LECTO-ESCRITURA

 

 

Leer es un acto tan cotidiano para unos como infrecuente para otros. Es una capacidad que en culturas desarrolladas adquirimos en nuestra temprana escolaridad, sin que luego nos planteemos cómo fue este aprendizaje, puesto que lo automatizamos de manera que se convierte en algo que nos parece natural, que nos pertenece como seres humanos. Sin embargo, esta impresión es errónea, de hecho  no todas las culturas son letradas, y, desde luego, no lo han sido históricamente; ni siquiera en la actualidad en nuestro contexto social es una competencia que todos dominen, sea por motivos individuales (incapacidad particular de acceder al sistema de escritura), sea por motivos sociales (problemas de acceso a ese instrumento cultural).

El lenguaje escrito es un invento relativamente reciente en la historia de la humanidad. La escritura más antigua que se conoce se sitúa en Mesopotamia, concretamente en la ciudad de Uruk en el año 3300 a. de C. En el año 3150 a. de C. nace en Egipto la escritura jeroglífica. En cualquier caso, algo reciente comparado con el lenguaje oral, al que se  atribuyen 40.000 años de existencia  y que constituye una habilidad natural en el ser humano.

El acceso al lenguaje escrito en las sociedades que poseyeron los primeros sistemas de escritura era realmente minoritario, debido en gran medida a la dificultad propia de aquellas escrituras. De hecho, existía una autentica casta  constituida por los escribas, clase poderosa, cuya función fundamental era producir y descifrar los mensajes escritos. Sólo cuando surgió el sistema alfabético se puede hablar de la posibilidad de un acceso democrático a lo escrito. Esa democratización, que fue posible gracias a un sistema notablemente más simple, distó mucho de ser accesible a toda la población, no tanto por motivos del propio instrumento, sino más bien ligados a la falta de escolarización de una parte importante de la población mundial que no accedió a ella hasta hace relativamente poco tiempo, e incluso en muchos casos aún no lo hace.

El nuevo reto que supone la alfabetización total está sacando a la luz cuestiones no planteadas antes, una de las cuales es buscar explicaciones al hecho de que algunos alumnos no alcancen esta capacidad o lo hagan con gran dificultad, aun teniendo posibilidades educativas de acceder a una enseñanza normalizada.

            Enseñar a leer y escribir constituye uno de los pilares fundamentales del currículum escolar. Representa, asimismo, una de las principales preocupaciones de los profesionales de la enseñanza. Y ello, no solamente por la dificultad intrínseca de la tarea, sino además por las repercusiones que, por su condición instrumental, pueden derivarse con respecto a otros ámbitos del aprendizaje.